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miércoles, 24 de mayo de 2017

Cuentos Roncaleses: La bella de Zubeldia

Era un dia de primavera del año 1118, ya estaba atardeciendo, y  la bella de Zubeldia seguía esperando en la puerta de su borda a que llegara el hombre del que ella estaba enamorada. Ya hacía un rato que había pasado Migueliko el de la casa mayor de Otxarren a ofrecerle su amor. Le llevó tres rosas, y cuando iva a entregarselas le dijo:
-Tres rosas llenas de fragancia y tu, cuatro.
A lo que ella le respondió:
-Dime la verdad, solo vienes en busca de mi para que con mi trabajo levante las ruinas de vuestra casa empobrecida.
Al estar en lo cierto, Migueliko se fue muy enfadado y rompiendo las rosas. Más tarde llegó un joven de tez sonrosada, Semén Noké, de la borda de Zerrokaltea, y  le entregó unos mugurdis, y le dijó:
-Bella y gentil pastorcita, recibe estos mugurdis que he recogido para ti, lo mismo que escojo de mi inspiración las palabras más sublimes para la poesía.
Y ella le dijo:
-Hermoso joven de la tez rosada, vete a Iruña, donde abundan las jóvenes de las casas ricas y los poetas. A mi me gusta la valentía de los guerreros, y lloro porque ya no viene el hombre al que yo amo.
El joven se alejó maldiciendo su suerte, y a lo lejos se oían las pisadas de los caballos, eran las gentes de Alfonso el Batallador, entre ellos estaba el que la bella de Zubeldia estaba esperando, Bidart. Ella se acercó al camino para llamar su atención, y cuando el se dió cuenta de su presencia se sorprendió, pero en un instante volvió la cabeza despectivamente. Ellos se alejaban alegremente, ya que iban a la conquista de Zaragoza, y mientras tanto ella lloraba su desgracia. Semén Noké, se incorporo a la guerra, ya que según él, su hermosa cara y sus aficiones de poesía le habían abandonado, ya que la bella de Zubeldia le había rechazado. El iba con la idea de que si moría nadie sabría más de él, y que si sobrevivía y ganaban, le enseñaría su título a la ingrata que le había rechazado. El ejército del  Rey Alfonso el Batallador, intentaba romper la muralla que protegía la ciudad, pero no lo consiguió. Cuando anocheció, el Arcángel San Miguel, señaló un punto de la muralla, el cual el ejército consiguió romper. El ejército del Rey Alfonso ganó la guerra. Y la bella de Zubeldia lloraba su desgracia, ya que Semén Noké habia muerto en la guerra, Migueliko se había enriquecido, y ya no la quería, y Bidart ganó mercedes de sus señores y se fué a vivir a Arberoa. Y a ella ya no la llamarían la bella de Zubeldia, le llamarían la necia de Zubeldia, ya que había rechazado a dos que le habían entregado su amor, por uno que la rechazó a ella, y decidió que ya no saldría nunca más de su borda, que viviría acompañada de su tristeza.

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