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martes, 2 de mayo de 2017

Cuentos Roncaleses: Beñat el Urzainkiar

Beñat era un joven pastor, tan bromista como fuerte, alto y musculoso. Un día se encontraba en su borda en Belagua, en la cual tuvo que atender a una petición de su abuela antes de partir hacia su pueblo, tenía que limpiar las pulgas al perro. Y hecho esto sacó al macho de la borda, lo cargó y se dirigió hacia su pueblo, Urzainqui.  Llegó después de tres horas caminando, y ya de noche. Al día siguiente, domingo, hubo misa, partido de pelota, conversación y taberna. A la tarde después de otro partido de pelota, los quintos se reunieron en la taberna. Allí se encontraron con un grupo de andaluces que, habían bajado desde Isaba, donde cortaban madera para las vías férreas españolas. Entre ellos se hacían bromas que los mozos del pueblo no entendían y cantaban tonadillas lánguidas o palmoteaban con las manos. Beñat se dio cuenta de que habían pedido gaseosa de sobre, y decidió gastar una de sus bromas. Les dijo que era mejor echar toda la gaseosa de golpe, y en vez de echarla al agua era mejor echarla al vino. Los andaluces contentos le hicieron caso, la efervescencia comenzó a subir, tanto, que la cazuela se quedó medio vacía, y los andaluces comenzaron a beber a sorbos el vino desparramado por la mesa antes de que cayera al suelo. Los mozos del pueblo se morían de la risa, mientras Beñat se hacía el tonto y el sorprendido. Al atardecer, la ronda salió a la calle, un grupo de chicos y chicas siguió a la ronda alegra durante su recorrido. Al llegar a la casa de la antigua prometida de Beñat, ellos empezaron a discutir, y para que la discusión no llegara a más, los mozos de la ronda decidieron irse, llevándose a Beñat con ellos.

Al final, llegó el día en el cual Beñat partía a África, y allí se convirtió en el asistente de un oficial. El y el oficial estaban alojados en la única casa habitable del pueblucho. Un día Beñat se dió cuenta de que un moro sucio y grasiento, se sentaba enfrente de su casa a vender dátiles. Él, harto de verle lo ahuyento, y a los pocos días, empezaron a llegar un montón de moros, los cuales solo llevaban un saco con tres aberturas para la cabeza y los brazos e ivan hasta allí para sacudirse los piojos y las pulgas. Cuando Beñat se dió cuenta de eso, se enfureció. Tuvo muchas peleas con ellos, y en una de ellas se le fue la mano, y un jefe que pasaba por ahí le arresto. El jefe, viéndolo tan feo, antes de darle tiempo a identificarse le preguntó a ver si era europeo, y Beñat le contestó que él era de Urzainqui. Al jefe, al darse cuenta de lo que significaba aquello, le dió un ataque de risa y decidió dejarlo en libertad. Desde aquel día, Beñat en vez de ahuyentarlos, se acordaba de como le sacudía las pulgas al perro, con calderos de agua fría, y desde la ventana de su casa les echaba calderadas de agua fría para ayudarles.
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