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martes, 23 de mayo de 2017

Cuentos Roncaleses: La bruja de Erminea

-Una joven madre, llamada Andere Joxpa, estaba en la puerta de su casa durmiendo a su bebé. Justo cuando el bebé se durmió, y Andere entró en casa, subían por la calle un grupo de mozos tocando la guitarra, una pandereta y el acordeón, y bajaban los niños de la escuela. Los niños formaron un corro alrededor de una cabra y empezaron a cantar y a asustarla, cada vez que la cabra intentaba escaparse, los niños le pegaban con palos o le daban patadas. Los niños se separaron, obligando a la cabra a bajar la cuesta zarandeando su esquila, y despertando al hijo de Andere. Ella, muy enfadada intentaba volver a dormir a su bebé, pero no lo conseguía, así que se asomó a la ventana y lanzó una copla improvisada hacia la cabra. En medio de todo el escándalo, la cabra se puso a dos patas y cantó contra Andere diciéndole que se cagaba en su descendencia. Los niños se fueron a sus casas muy asustados y los mozos se quedaron mirando la escena sin saber qué hacer. Hasta que Andere les llamó cobardes, y los mozos cogieron de una pila de leña que tenían al lado unos troncos y los tiraron contra la cabra, que escapó velozmente adentrándose en el monte.

Al día siguiente, llamaron a don Cenón, el nuevo médico, ya que tenía una paciente a la que atender, cuando examinó a su paciente se dió cuenta de que lo que le pasaba era que le habían dado una gran paliza. Le pareció que la mujer gemía, pero escuchando atentamente se dió cuenta de que eran balidos de cabra, don Cenón asustado, se fue de la casa casi sin despedirse de nadie. Andere preocupada habló con el cura del pueblo, y ese mismo día partió hacia Santa Orosia de Jaca con su bebé, para borrar la maldición de su descendencia. Pasaron los años, y los hijos de Andere morían conforme nacían. Uzkibeltza, la bruja, cultivaba su huerta y alimentaba a sus cabras en los montes de Uztarroz. En uno de sus viajes al pueblo vecino, se le soltó la abarca en un lugar llamado las lapizas, cuando se arrimó a la orilla del camino, justo enfrente del río y se agacho para atar mejor las correas de su abarca, una gran piedra bajó la colina, aterrizando en la nuca de Uzkibeltza, y matandola en el acto.

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